Lo no dicho es un libro de mi autoría que tiene por objetivo mostrar cómo funciona la adicción y el impacto social que esta genera. En la entrega de hoy, la sexta del ciclo, el tema es codependencia y adicción.
Los grupos humanos tienden a equilibrarse. Si alguien tiene un problema, otros lo ayudan. Es la ley natural de la compensación. Cuando se da un accidente —Juancito chocó con el auto—, la dinámica familiar habitual tiene que hacer ajustes: alguien tendrá que ir al hospital a cuidar a Juancito, habrá que reorganizar las tareas de la casa, que alguien cuide a los más chicos, quién va a sacar al perro, quién va a hacer lo que hacía él y cosas así.
En este ejemplo, lo que cambia la rutina familiar es circunstancial. Cuando el convaleciente se recupere, todo volverá a la normalidad. Pero cuando en una familia hay adicción y codependencia, los cambios que se hacen para equilibrar la situación no son circunstanciales, sino que se establecen, naturalizan y rigidizan.
Adicción y codependencia en una familia suelen venir adaptándose a través de generaciones. Las familias tienden a repetir mandatos, legados, lealtades, alianzas, secretos, a naturalizar situaciones, etc. Se repiten a sí mismas. Si hay un familiar adicto —se haya desarrollado en pleno la enfermedad o todavía no—, la relación entre derechos y deberes adjudicados a cada miembro suele estar desbalanceada. El adicto tiene muchos derechos y pocos deberes. Los otros miembros tienen pocos derechos y muchos deberes. La codependencia está a full y se establece un mundo de sumisión, miedo, resignación, indiferencia, impotencia, intolerancia, rabia y autoexigencia. Para peor, el silencio y la falta de comunicación ganan espacio, y cuando una problemática no se habla, se actúa.
En el ejemplo típico de una familia que se relaciona de manera codependiente, el estereotipo o, mejor dicho, los roles que por lo general vamos a encontrar son: el adicto, el codependiente primario, el padre ausente, la madre sobreprotectora, el familiar héroe o modelo, la oveja negra, el niño perdido y el payaso o mascota.
Los codependientes primarios son las personas más cercanas al adicto —esposos, padres, etc.—. Para dar un ejemplo, utilizaré el modelo clásico, en que el adicto es el esposo y la mujer su co. Como todo co, ella se siente responsable de todo, hasta de la adicción de su marido. Ella va a justificar las acciones de él dando excusas por él a otros para ocultar o evitar las consecuencias de su adicción. Y piensa: Si yo fuera mejor esposa, mejor madre, mejor ama de casa, él no estaría así y seríamos una familia feliz. Ella trata de controlarlo a él y a los demás compulsivamente, a la vez que no expresa sus sentimientos verdaderos de enojo, incapacidad, culpa y miedo. Se siente aislada y de esta manera la negación del problema familiar continúa.
Los niños también participan de la enfermedad. Ellos adoptan diferentes papeles para sobrevivir a la situación de caos. El que cumple el papel de héroe o heroína es generalmente el hijo mayor. Él es el responsable de la familia y actúa como el segundo papá o la segunda mamá de sus hermanos. Los héroes tratan de obtener la aprobación de quienes los rodean, especialmente la de los adultos. En general son capaces de descollar en diversas actividades: líderes en la escuela, estudiantes destacados, trabajadores reconocidos, etc. El razonamiento inconsciente del héroe es: Si soy bueno, mi familia no puede ser tan mala y posiblemente logre mejorar. De esta manera el héroe es codependiente también, porque piensa que su conducta tiene el poder de cambiar la conducta del otro.
El papel del segundo hijo suele ser el de la oveja negra. Este niño ha aprendido que la atención negativa es más fácil de conseguir que la atención positiva. Allí donde actúa tiene problemas: familia, escuela, club, barrio, posiblemente con la ley, etc. Suele experimentar el consumo muy temprano en su vida. Su codependencia se manifiesta en una conducta de rebelión que es la consecuencia de sus sentimientos de enojo y frustración. Esa conducta extrema distrae la atención de la familia del problema primordial de la adicción del padre y facilita la negación por parte de los otros miembros.
El tercer papel de los hijos es el niño perdido. Este no causa ninguna molestia y evita conflictos. Los niños perdidos viven aislados de la familia y pasan mucho tiempo solos, desarrollando una vida de fantasía. En general son muy creativos y no confían en las personas fácilmente. Disfrutan de mascotas y muñecos. Su codependencia se manifiesta inconscientemente en la negación de su necesidad de otros y, si pueden, evitan a la gente.
Otro papel es el del hijo menor, el payaso. Él usa su buen sentido del humor para llamar la atención hacia él y distraer la atención de las tensiones que hay en la familia. Es simpático, bromista y le gusta ser el centro de atracción. Su codependencia lo hace sentirse responsable del dolor familiar y cree que con buen humor puede aliviarlo.
Tené presente que los últimos párrafos describen un estereotipo familiar y no una verdad absoluta. Es tan solo un intento de mostrar los roles que por lo general se encuentran en una familia con adicción y codependencia.
Si te estás preguntando si sos un codependiente, intentá identificar si te sentís responsable de los pensamientos, sentimientos y acciones del otro, o si sentís que el otro es responsable de tus pensamientos, sentimientos y acciones. En una relación de codependencia hay cierta confusión o mezcla de identidades. Un codependiente no sabe bien dónde termina él y dónde empieza la otra persona.
Adicción y codependencia son enfermedades familiares, y estos papeles no solo se desarrollan en familias disfuncionales con adictos, sino en cualquiera que esté en crisis; por ejemplo, cuando hay una problemática económica fuerte o una enfermedad terminal, entonces los familiares adoptan temporalmente papeles de codependencia para sobrevivir.
Lo que decíamos al inicio: los grupos humanos tienden a equilibrarse. Si alguien tiene un problema, otros lo ayudan. Es la ley natural de la compensación. Esto es algo bueno, necesario. Este hecho implica esperanza. Lo negativo es que los cambios que se hacen para equilibrar se establezcan, luego se naturalicen y, finalmente, se rigidicen.
En el siguiente episodio vamos a ver cómo se diagnostica la adicción.