Así como el adicto se relaciona y vive en función de la droga de una manera obsesiva, postergándose y deteriorándose, el codependiente lo hace en función de su adicto. Es adicto al adicto. La codependencia es la relación de dependencia que establece una persona, o varias, alrededor de un adicto.
La principal característica de esta enfermedad es la preocupación constante por el adicto. El codependiente está todo el tiempo pendiente de él. Es su sombra. Lo sobrevuela para controlarlo como si fuera un helicóptero.
Mamá Helicóptero nunca detiene su vuelo —esta es una imagen clásica de la codependencia, pero no la única, y tampoco se trata de una enfermedad exclusiva de mujeres—: le levanta la ropa del suelo, le hace la cama, le prepara el desayuno, si se queda dormido llama al liceo para avisar que está enfermo y no va a ir, le da dinero y le dice que no cuente, le grita que esas no son horas de llegar, que es la última vez, y le sirve la comida calentita con que lo estaba esperando. Lo malcría a más no poder. Y va a compensar las fallas de su dependiente: si este es irresponsable, ella va a ser hiperresponsable; si el dependiente se gratifica en exceso, el co se gratifica poco, etc.
Es una persona que ha permitido que su vida se vea afectada por la conducta de otra y que, por si fuera poco, está obsesionada tratando de controlar esa conducta. Controla, controla y controla.
Es más difícil para un co reconocer su problema, aceptarlo y entrar en recuperación, que para un adicto. ¡Pero hágame el favor! ¿Cómo me va a decir que yo soy parte del problema si lo único que hago es cuidarlo desde que era un mocoso atrevido? ¡Porque este siempre fue un mocoso atrevido! ¡Me desvivo por él! ¿Sabe cuántas cosas dejé yo en mi vida por él? Le di mi vida. ¡Vaya uno a saber dónde estaría si no me tuviera!
Pero no necesariamente donde hay un adicto todos tienen que ser sus co. Los que interpretan la realidad correctamente, intentan encontrar soluciones y son capaces de poner límites y sostenerlos, esos no lo son: ¿Qué más vamos a esperar? ¡Dejó los estudios, no trabaja, no vuelve a dormir, cuando lo vemos está drogado y ahora le robó el celular a la hermana! ¡¿Qué más vamos a esperar?! Esta situación, de codependencia no tiene nada. Sí, sí, tenés toda la razón del mundo. Dejame que voy a hablar con él. Sí, sí, esto no puede seguir así. Yo lo arreglo —interviene el co, intentando recomponer la situación para que nada cambie.
Los co se caracterizan por tener baja autoestima, ser obsesivos, compulsivos —como un adicto—, sometidos, controladores, solucionadores, invasivos, postergados, culpables, recriminadores, manipuladores, víctimas, encubridores, permisivos, condescendientes, permeables e inseguros. También tienen un lado que se considera omnipotente. Creen que por sí solos van a poder cambiar su entorno: corregir al adicto, justificarlo, hacerlo funcionar, etc. Ellos todo lo pueden. Son como el Pájaro Loco, que maneja el tren, cobra los boletos y levanta la barrera.
La relación tiene la dinámica de un círculo vicioso: el co rescata al adicto, luego lo persigue en un exacerbado control y, como el adicto no responde a lo que él espera, se victimiza. ¡Yo hago todo lo que puedo por vos y vos no me hacés caso en nada! ¡¿Cuándo vas a cambiar?! ¡Ya no sé qué hacer con vos! Sin darse tregua, con mayor o menor intensidad, repiten una y otra vez este ciclo. Rescate, persecución, victimización, rescate, perse… Eso sí, el co va a estar atento a que no venga otro al rescate de su adicto, porque si esto sucede, ¿a quién va a sobrevolar Mamá Helicóptero?
El círculo vicioso se corta no realizando el rescate. Hay que dejar que el adicto se haga cargo de su problema y de lo que genera. Que se arregle como pueda. Suena feo, ¿verdad? Es como dejarlo tirado, abandonado, justo cuando más apoyo precisa, pero el objetivo es —buen diagnóstico mediante y luego de insistir en hacerle ver lo que está pasando— ser exigente.
¿Qué gana el co bancándose semejante problemón? Esta dependencia le proporciona lo que se conoce como beneficios ocultos:
• Le da un sentido a su vida.
• Se siente útil e imprescindible.
• Cree tener control y poder sobre el otro.
• Vive la vida del otro.
• Se asegura compañía y se siente seguro/a.
• Posterga la solución de sus propios problemas.
• Disminuye la culpa del pasado y el miedo al futuro.
• Exacerba el ego —habla con autoridad, toma decisiones, se siente omnipotente— como sustituto de la baja autoestima.
• Recibe el reconocimiento del mundo externo por su sacrificio.
El co, en su mundo inconsciente, no quiere que el adicto se recupere. Si se recupera, él pierde sus beneficios ocultos. Hacerse cargo de su propia vida, buscar compañía, superar su baja autoestima, etc., dan miedo, paralizan. Lo que le sirve es que el enfermo esté ahí. Que no esté muy mal, porque si no los problemas son muchos y difíciles de solucionar, pero recuperado tampoco, porque entonces no puede controlarlo. Que se vaya y haga los desastres que quiera, pero que vuelva. Y si no vuelve o entra en recuperación, el co va a buscar a alguien que ocupe el lugar de su adicto para así seguir manteniendo activa su enfermedad: se recupera un hijo y agarra otro, se recupera este y entonces es el turno de un nieto, y así.
En la siguiente entrega vamos a ver cómo funcionan adicción y codependencia en una familia.