Las cosas no pasan porque sí. Y a eso de las casualidades ya hace un buen rato que no le llevo el apunte.
El Tano era uno de los tantos emigrantes italianos que hizo suyo al Uruguay. Los fines de semana, religiosamente, iba a ver a jugar a su hijo que atajaba en las divisiones formativas de un cuadro de los llamados chicos. El joven era un audaz arquero que, adelantado a su época, le gustaba salir jugando con el pie y, si se daba la ocasión, también se gambeteaba algún rival. El Tano, a diferencia de la divertida tribuna que festejaba los innecesarios riesgos que tomaba su hijo, se paraba y le gritaba: ¡Sobriedad, por favor, sobriedad!
Si una virtud tuvo la selección sub 20, que después de ochenta y cuatro años clasificó nuevamente al fútbol oriental a los Juegos Olímpicos, fue la sobriedad. Empatando con Venezuela, perdiendo con Perú, eliminando a Argentina o goleada por Brasil, fue sobria.
Como todas las selecciones de formativas de los últimos tiempos —somos uno de los tres países que clasificó todas sus generaciones al mundial de su categoría— este grupo llevaba un trabajo estratégico definido que, con sus variantes tácticas, aseguraba un funcionamiento mínimo. Y esta no es una generación que desborde talentos naturales como lo era la anterior de Lodeiro, Coates, Hernández, Morro, Urreta, Viudez, etc., y que será la base del equipo que estará en Londres 2012.
Del equipo de Juancho Verzeri no me animo ni a decir quién es quién. Eso sí, el arquero, que las agarró todas, es un auténtico Salvador, y el marcador de punta izquierdo es un zurdo que juega fenómeno y tiene una Polenta bárbara, y adelante hay uno que anda por todos lados y está en todo menos en la Luna. La preparación física —se trabajó específicamente para competir en la altura— y mental —psicólogo deportivo en el grupo interdisciplinario— hicieron la diferencia a favor. Pero no escapa a la realidad que en el cierre de los partidos con Ecuador y Chile —empate y victoria— la suerte nos extendió la mano. Afición y periodismo especializado, en general, capturaron la situación con un juegan mas o menos pero están ligando como locos.
Cada vez que aparece el tema de la suerte recuerdo la reflexión que le escuché a un maestro hindú: Una persona sobria no recorre el mismo camino de una que no lo es. El que siempre es sobrio va a estar preparado. El que siempre esta preparado se lo va a percibir fortalecido. Y el que siempre está fortalecido ya es afortunado, y este es uno de los caminos para desarrollar lo que entiendo por capacidad infinita. Esa capacidad infinita es lo que en occidente llaman suerte.
No se puede decir que los geniales Wilt Chamberlain, Sugar Ray Robinson, Ilie Nastase, Drazen Petrovic, Dennis Rodman, etc., fueran sobrios, pero sí me animo a afirmar que estaban preparados para lo que se les presentara. Los también geniales y nada sobrios Kikanovic, Maradona, Tyson, Gascoigna, Barkley, Ronaldinho, etc., cuando tempranamente empezaron a perder facultades físicas no supieron cómo rescatarse. Mi Top 5 deportivo de esta virtud son el peso completo cubano Teófilo Stevenson, Roger Federer, el español Iniesta, el rioplatense Manu Ginóbili y el Maestro Tabárez.
Sobriedad, fue una de las virtudes de esta inolvidable sub 20.
Es que por algo pasan las cosas, ¿o no?
¡Y cómo le hubiera gustado vivir esto a aquel emigrante italiano que iba a ver atajar a su hijo!
—¡Sobriedad, Juancho, sobriedad! —cuentan que parado desde la tribuna gritaba el Tano Verzeri.