Un ex compañero de equipo cuenta que en su adolescencia —mediados de la década del setenta— de tanto en tanto pasaba por una peluquería donde había un póster del saltarín Dr J (ídolo de Michael Jordan, fue el primer NBA en volar). Hipnotizado, lo miraba un rato y luego seguía. Una década después el videocasete nos permitió ver a otras estrellas profesionales, tan inalcanzables como las que vemos por la noche.