La temporada 2009-10 que acaba de cerrarse fue de principio a fin una sucesión de hechos penosos:
– En el Metropolitano, la Federación fijó la cancha de Aguada para el partido considerado de riesgo entre 25 de Agosto y Nacional. Las voces se alzaron argumentando que los aguateros tenían serios problemas con estas instituciones, pero igual se mantuvo el escenario. La solución resultó ser peor que el problema. Dos adolescentes hinchas de Aguada, uno antes y otro después del partido, murieron en peleas callejeras a manos de gente, hasta hoy no identificada, que se mezcló entre la parcialidad de 25.
Se habla de inseguridad, violencia social e incapacidad gubernamental, algo en que la mayor parte de la población está de acuerdo, pero la Federación no asumió su error (y si lo hizo fue en voz baja). Y aquí es donde me pierdo. Con una problemática grave, el que facilita las cosas ¿no debería asumir su responsabilidad? Si el partido entre Nacional y 25 se hubiera jugado en el Cilindro, el Palacio Peñarol, el Campus de Maldonado o en la ciudad de Paysandú, ¿cómo iban a morir dos botijas de Aguada?
La Federación, en un nuevo sinsentido, a modo de duelo, reflexión o vaya a saber uno qué, suspendió la actividad local —formativas, veteranos, universitarios, femenino, etc.— hasta nuevo aviso. Sin embargo, a fin de evitar sanciones internacionales, el programado sudamericano sub 17 a realizarse en Florida se juega.
– Los jugadores de la selección mayor, durante su preparación para el pre-mundial de Puerto Rico, reclaman condiciones de trabajo mínimas y terminan enfrentados con Ney Castillo, presidente de la Federación. La temperatura se eleva, el titular no atiende los reclamos, los jugadores no toleran más y, cuando todo indica que no se participará en la competencia internacional, dando una lección al dirigente, los atletas deciden pagar la preparación con sus viáticos y renuncian a futuras convocatorias si no se les brindan condiciones para entrenar. El presidente saca un as de la manga y llama a una conferencia de prensa. Sienta a capitán, vicecapitán y entrenador de la representación nacional a su lado, sin que estos tengan claro de qué se trata, y reclama al gobierno ayuda económica, dejando en claro que si esta no aparece, en el futuro se dejará de competir internacionalmente.
– En la Liga Nacional, los conceptos manejados (por ejemplo, que los equipos del interior pueden contar con tres extranjeros y los de la capital con dos) le quitaron seriedad a la competencia desde un inicio. Y en la práctica el ridículo fue mayor aun. Durante semanas se llegó al hecho sin antecedentes de que en el mismo día los partidos se suspendían, se fijaban y se volvían a suspender. La gente asistía a las canchas y resultaba que no se jugaba o que se había fijado otro escenario. Iba al otro escenario y tampoco se jugaba. Chaplin y Cantinflas juntos.
Una de las consecuencias fue que algunos equipos tuvieran más partidos jugados que otros. Cuando a esto se sumaron los adelantos o atrasos de Defensor Sporting y Malvín por su actividad internacional, la tabla de posiciones parecía el calendario maya.
Otro hecho sin antecedentes fue la situación vivida entre el presidente de la Unión de Jueces de la Federación y un periodista: aquel hacía correr el rumor de que el hombre de los medios y otro árbitro mantenían una relación homosexual y, también como gracia, hacía circular correos electrónicos de contenido erótico con imágenes trucadas donde aparecían estas personas y otras del ambiente. El periodista se hizo de los correos y denunció el hecho en la Federación. El presidente de los jueces renunció a su cargo.
La serie del primer turno de la postemporada entre Trouville y Atenas se convirtió en otra telenovela que tuvo por primer capítulo una golpiza que le dieron a la salida del Cilindro cinco atenienses a un parcial del rival. Entre denuncias y tribunales se volvió a parar todo. Cada dos por tres se para todo. Se dice que el golpeado los provocó, que es un desequilibrado mental, que tiene problemas con su ex esposa, que no es de Trouville, etc. La dirigencia roja, dando muestra de sus principios, decide retirar el equipo. Entonces las autoridades de la Liga suspenden a Atenas, que desciende a segunda. La dirigencia de los degradados, mitad barón de Coubertin y mitad Mike Tyson, le pide a la de Trouville que por el bien del básquet no retire el equipo, entonces esta decide que suenen una vez más las trompetas y vuelve a la competencia.
En cuanto al nivel de juego, aun en las series semifinales se veía un básquet que resultaba difícil de analizar.
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Estas fueron algunas de las cosas inusuales que se vivieron en la temporada 2010, el Año de la Odisea, y que probablemente sean parte del futuro. Techos que se llueven, relojes que se rompen, pisos húmedos, etc., para nosotros son cosas de todos los días, ¿verdad?
Termina una década en que la brecha entre el básquet del mundo y el doméstico se ha ampliado —el funcionamiento de la Federación es el mismo que en los años ochenta— y empieza otra que nos toma por sorpresa: mientras en todas partes se están preparando para los ajustes en las reglas del juego que va a haber luego del mundial de Turquía, nosotros sin saber de qué se habla. La línea de tres puntos, por ejemplo, se va a 6,75. ¿Será que las canchas tienen margen para ese medio metro de más que va a haber que agregar? ¿No deberíamos tratar el tema? ¿O vamos a aplicar las nuevas reglas en el 2011?
Luego de muchos años involucrado en el básquet y en el deporte nacional, he llegado a la conclusión de que el Año 0, el del salto de calidad, se va a dar cuando los presidentes de las federaciones dirijan sus administraciones con el objetivo de qué es lo mejor para el deporte y no lo que es funcional a sus intereses. En los ocho años que lleva Ney Castillo al mando de FUBB, ¿cuántas veces escuchamos su nombre como candidato a la presidencia de la AUF? Si fuera elegido intendente en las próximas elecciones municipales, ¿que pasaría con el básquet?
Nuestra sociedad creció con dirigentes deportivos que eran diputados, senadores, abogados y médicos que presidían esto y aquello, gente de buena posición económica y social que, desinteresadamente o no, ponía su capacidad de gestión al servicio de una causa. Esta forma de dirigencia en el deporte de alto rendimiento de la segunda década del tercer milenio después de Cristo nos deja sin futuro. El tema no es puntualmente Ney Castillo, pues no se trata de cambiar a esta persona por aquella, sino de concebir una nueva forma de dirigencia deportiva que tenga como objetivo el desarrollo del deporte y no la funcionalidad personal. De esto depende que el Año de la Odisea sea solo un mal recuerdo. Y que la Década de la Odisea no se convierta en realidad.